Una persona con el síndrome del salvador más que apoyar y acompañar al otro, establece una posición jerárquica e indica qué es lo que se debe hacer y qué no para resolver una situación.

El salvador tóxico es producto de una infancia llena de carencias afectivas, por lo que su manera de llenar ese vacío es ayudando a los demás y de manera intransigente, pues, se convierte en un salvador invasivo.

Geraldine Lange, psicoterapeuta venezolana, indica que hay maneras de salir de este síndrome, a través de la reflexión y posterior compresión de que todas las personas tienen sus propias habilidades y, aunque distintas, no los hace menos aptos.

¿Qué es el síndrome del salvador?

Afirma Lange que más que una patología es una condición, ya que «no está descrita en el DMS-5 como un trastorno mental». Una de las características de las personas con este síndrome es que asume una posición jerárquica entre iguales, por lo que no necesariamente sea un apoyo ni una acompañante ante un problema.

Foto de Roy Reyna hallada en Pexel.com

«Es una persona que en relaciones de iguales, es decir, de amigos de familiares, de pareja, adquiere un rol jerárquico. Donde él siente que tiene unas condiciones distintas y que el otro tienen unas necesidades que por sí mismo no puede satisfacer y él es el que las hace, él es el que las rescata, porque lo considera inferior en algunas áreas de su vida»

Las personas con el síndrome del salvador son personas invasivas, «porque no pide permiso». Tiende a querer resolver los problemas de aquellos que considera necesitado, pero imponiendo la forma de hacerlo, «cómo lo va a hacer, dónde lo va a hacer».

El «salvador» no confía en los demás

Señala la psicoterapeuta venezolana que el salvador invasivo no confía en los otros, porque los subestima. De modo que se hace cargo de lo que deberían ser las responsabilidades de las otras personas.

No obstante, enfatiza Lange que «la ayuda se solicita», y este es una aspecto que deja de lado la persona síndrome del salvador. Por lo que considera que al entrar a resolver sin previo acuerdo un problema de un tercero, no está sino agrediendo de alguna manera al que quiere ayudar, irónicamente.

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La infancia puede condicionar al síndrome del salvador

Afirma Lange que la infancia de las personas con este síndrome debe ser revisada, para hallar respuestas a sus actitudes savíficas.

«Tiene infancia donde no fueron reconocidos, en donde quizá percibieron que el afecto de mamá, de papá o de sus figuras significativas no estuvieron»

Es así como estos niños proyectan esta carencia ayudando a los demás. «Tú ves que estos niños tratan de ser asistentes de sus papás, tratan de hacer todo perfecto para ver si los reconocen…», precisa la experta.

«Muchos vienen de hogares donde les decían, bueno, tu tienes que ayudar a tu papá y tu mamá, tu tienes que cuidar a tus hermanos, tu tienes que cuidar a tus abuelos, porque si no, no eres un niño bueno, si no eres un niño malo, si no no te vamos a querer»

Todo esto va condicionando la personalidad de la persona con el síndrome del salvador, explica lapsicoterapeuta.

Debe haber un equilibrio entre el dar y el recibir

En toda relación debe existir este equilibrio, señala Lange. Pero sucede que muchas veces estos salvadores, este dador de ayuda «no permite recibir», porque es que «de esa manera yo mantengo el control», piensan.

Hay que aprender a no subestimar a las personas y entender que «el otro también tiene sus habilidades y tiene sus recursos». Pero en el salvador existe la idea, aun cuando esté cansado, de que «sin mí no va a poder». No obstante indica Lange que es importante preguntarse cuál es la ganancia de ayudar en tales casos, como forma de reflexión ante estas actitudes de súper héroe.

La persona con el síndrome del salvador, por lo tanto, debe examinarse y comprender que los otros son adulto. De modo que cuando se internalice esto, entienda que esos adultos tienen sus formas de hacer las cosas y no son responsabilidad de él, señaló Lange.

A Tu Salud