Comer saludable es una de las mejores formas de cuidar nuestro cuerpo y nuestra mente, pero no siempre es fácil mantener una alimentación equilibrada y variada. A veces, entre las comidas principales, nos entra el hambre y recurrimos a los snacks o tentempiés para calmarla.

Sin embargo, no todos los snacks son iguales y algunos pueden arruinar los beneficios de comer saludable si no los elegimos bien.

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¿Qué son los snacks y por qué los comemos?

Los snacks son alimentos que se consumen entre las comidas principales, generalmente en pequeñas cantidades y con poca elaboración. Los motivos por los que comemos snacks pueden ser diversos: por hambre, por ansiedad, por aburrimiento, por estrés, por placer, por costumbre, por presión social, etc.

Los snacks pueden tener ventajas y desventajas para nuestra salud, dependiendo de qué tipo de alimentos elijamos, cuánta cantidad consumamos y con qué frecuencia lo hagamos. Algunos beneficios de los snacks son:

  • Nos aportan energía y nutrientes que necesitamos a lo largo del día.
  • Nos ayudan a regular el apetito y a evitar los atracones en las comidas principales.
  • Nos permiten disfrutar de alimentos que nos gustan y nos hacen sentir bien.
  • Nos facilitan seguir una alimentación variada y adaptada a nuestras necesidades y preferencias.

Sin embargo, algunos inconvenientes de los snacks son:

  • Pueden ser una fuente de calorías vacías, es decir, que no nos aportan nutrientes de calidad, sino solo azúcares, grasas y sal en exceso.
  • Pueden provocar caries, sobrepeso, obesidad, diabetes, colesterol alto, hipertensión y otras enfermedades relacionadas con una mala alimentación.
  • Pueden generar adicción, dependencia y hábitos poco saludables, como comer sin hambre, sin control y sin conciencia.
  • Pueden interferir con la absorción de nutrientes de otros alimentos, como el hierro, el calcio o la vitamina C.

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¿Qué snacks debemos evitar y cuáles podemos elegir?

No todos los snacks son iguales y algunos pueden arruinar los beneficios de comer saludable si no los elegimos bien. Los snacks que debemos evitar son aquellos que contienen ingredientes procesados, refinados y artificiales, como los azúcares añadidos, las harinas blancas, los aceites vegetales de baja calidad, los conservantes, los colorantes, los potenciadores del sabor, etc.

Estos snacks suelen tener un alto contenido calórico, pero un bajo valor nutricional, y además pueden generar picos de glucosa e insulina en la sangre, lo que favorece el almacenamiento de grasa y la inflamación.

Algunos ejemplos de snacks que debemos evitar son:

  • Los refrescos, los zumos envasados, las bebidas energéticas y las alcohólicas.
  • Las galletas, los cereales de desayuno, las barritas de cereales, los bizcochos, los pasteles, los donuts, las magdalenas, etc.
  • Las patatas fritas, los nachos, los palitos, los frutos secos fritos y salados, las cortezas, los kikos, etc.
  • Las golosinas, los caramelos, los chocolates, los helados, los yogures azucarados, los flanes, las natillas, etc.
  • Los embutidos, los quesos curados, los patés, las salchichas, las hamburguesas, las pizzas, los nuggets, los bocadillos, etc.

Los snacks que podemos elegir son aquellos que contienen ingredientes naturales, integrales y frescos, como las frutas, las verduras, los frutos secos, las semillas, los cereales integrales, las legumbres, los huevos, los lácteos, las carnes magras, el pescado, etc.

Estos snacks nos aportan nutrientes de calidad, como vitaminas, minerales, antioxidantes, fibra, proteínas, grasas saludables, etc. Además, nos ayudan a mantener un nivel de glucosa e insulina estable en la sangre, lo que favorece el uso de la grasa como fuente de energía y la prevención de la inflamación.

Algunos ejemplos de snacks que podemos elegir son:

  • Las frutas enteras, en trozos, en brochetas, en batidos, en macedonias, etc.
  • Las verduras crudas, en palitos, en ensaladas, en hummus, en gazpacho, en cremas, etc.
  • Los frutos secos crudos o tostados, sin sal, en puñados, en mezclas, en barritas caseras, etc.
  • Las semillas de girasol, de calabaza, de sésamo, de chía, de lino, etc.
  • Los cereales integrales, como la avena, el arroz, el trigo, el centeno, la quinoa, el amaranto, etc.
  • Las legumbres, como los garbanzos, las lentejas, los frijoles, las habas, los guisantes, etc.
  • Los huevos, cocidos, revueltos, en tortilla, en frittata, en muffins, etc.
  • Los lácteos, como el yogur natural, el queso fresco, el requesón, el kéfir, etc.
  • Las carnes magras, como el pollo, el pavo, el conejo, el cerdo, etc.
  • El pescado, como el atún, el salmón, la sardina, el bacalao, etc.

Fuente: vitonica

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