El yoga es una práctica milenaria que nos ayuda a conectar con nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestro espíritu, y armonizarlos con el entorno. El yoga nos ofrece múltiples beneficios, como mejorar la flexibilidad, la fuerza, la postura, la respiración, la circulación, el equilibrio, la concentración y la relajación.
Además, el yoga nos permite cultivar una actitud de gratitud, que consiste en reconocer y valorar todo lo bueno que tenemos en la vida, desde lo más grande hasta lo más pequeño. La gratitud nos hace sentir más felices, más optimistas, más generosos y compasivos.
Una forma de practicar la gratitud a través del yoga es realizar algunas posturas o asanas que nos invitan a dar gracias y a empezar el día con actitud positiva. Estas posturas nos ayudan a despertar el cuerpo, a activar la energía, a abrir el corazón y a expresar nuestra alegría.
Postura de la montaña (Tadasana)
Esta postura del yoga es la base de todas las posturas de pie, y nos ayuda a alinear el cuerpo, a mejorar la postura y a sentirnos más seguros y confiados. Para realizarla, párate derecho con los pies juntos o ligeramente separados, las rodillas suaves, el abdomen activo, los hombros relajados y la cabeza erguida.
Junta las palmas de las manos frente al pecho, en gesto de oración, y cierra los ojos. Respira profundamente y agradece por el día que comienza, por tu salud, por tu familia, por tus amigos o por lo que quieras. Mantén la postura durante unos minutos y siente la conexión con la tierra y con el cielo.
Postura del sol (Surya Namaskar)
Esta postura es una secuencia de 12 movimientos que se realizan de forma fluida y sincronizada con la respiración. Es una forma de saludar al sol y de agradecer su luz y su calor. Para realizarla, comienza en la postura de la montaña, y al inhalar, eleva los brazos por encima de la cabeza, juntando las palmas y mirando hacia ellas.
Al exhalar, dobla el torso hacia adelante, llevando las manos al suelo junto a los pies, y estirando las piernas y la espalda. Al inhalar, lleva la pierna derecha hacia atrás, apoyando la rodilla y el empeine en el suelo, y eleva el pecho y la mirada, formando un ángulo de 90 grados con la pierna izquierda.
Al exhalar, lleva la pierna izquierda hacia atrás, apoyando las manos, los pies y el cuerpo en una línea recta, como una tabla. Al inhalar, baja el cuerpo hasta rozar el suelo con el pecho, los codos, las rodillas y los empeines, manteniendo los brazos pegados al cuerpo. Al exhalar, eleva el pecho y la cabeza, apoyando las manos y los empeines, y arqueando la espalda, como una cobra.
Al inhalar, eleva las caderas y los glúteos, apoyando las manos y los pies, y formando un triángulo invertido, como un perro boca abajo. Al exhalar, lleva la pierna derecha hacia adelante, entre las manos, apoyando la rodilla y el empeine izquierdos en el suelo, y elevando el pecho y la mirada, como antes.
Al inhalar, lleva la pierna izquierda hacia adelante, junto a la derecha, y estira el torso y las piernas, como antes. Al exhalar, eleva el torso y los brazos, juntando las palmas por encima de la cabeza, como al principio. Al inhalar, separa las manos y baja los brazos a los lados, volviendo a la postura de la montaña. Repite la secuencia con la pierna izquierda, y completa al menos tres ciclos.
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Postura del árbol (Vrksasana)
Esta postura es un símbolo de equilibrio, estabilidad y crecimiento, y nos ayuda a fortalecer las piernas, los tobillos, los pies y la columna, y a mejorar la concentración y la confianza. Para realizarla, párate derecho con los pies juntos, y lleva el peso del cuerpo a la pierna derecha.
Levanta la pierna izquierda y apoya la planta del pie en el muslo o la pantorrilla derecha, evitando la rodilla. Junta las palmas de las manos frente al pecho, o eleva los brazos por encima de la cabeza, juntando las palmas o separándolas.
Mantén la mirada fija en un punto y respira profundamente. Agradece por tu equilibrio, por tu fuerza, por tu crecimiento o por lo que quieras. Mantén la postura durante unos segundos y cambia de lado.
Postura del arco (Dhanurasana)
Esta postura es una forma de abrir el corazón y de expresar nuestra gratitud y nuestra alegría. Nos ayuda a estirar y fortalecer la espalda, el pecho, el abdomen y las piernas, y a mejorar la digestión y la respiración. Para realizarla, túmbate boca abajo con las piernas separadas y los brazos a los lados.
Dobla las rodillas y lleva los talones hacia los glúteos. Estira los brazos hacia atrás y sujeta los tobillos con las manos. Al inhalar, eleva el pecho y las piernas, formando un arco con el cuerpo. Mira hacia adelante y sonríe.
Respira profundamente y agradece por tu flexibilidad, por tu energía, por tu alegría o por lo que quieras. Mantén la postura durante unos segundos y suelta al exhalar.
Postura del niño (Balasana)
Esta postura es una forma de relajar el cuerpo y la mente, y de conectar con nuestro niño interior. Nos ayuda a aliviar el estrés, la tensión y el dolor de la espalda, el cuello y los hombros, y a calmar las emociones. Para realizarla, arrodíllate sobre una alfombra o superficie firme pero ligeramente suave, y siéntate sobre los talones.
Inclínate hacia adelante, manteniendo los glúteos sobre los talones, mientras bajas la frente hacia el suelo. Estira los brazos hacia adelante, o llévalos junto a las piernas, con las palmas hacia arriba.
Respira profundamente y agradece por tu paz, por tu inocencia, por tu sabiduría o por lo que quieras. Mantén la postura durante unos minutos y siente la conexión con la tierra y con tu esencia.
Fuente: glamour
Imagen destacada por: AndiP
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